S2114

Introducción

Giuseppe Arlotta
Centro Italiano di Studi Compostellani

Sicilia y Santiago. En Agosto de 2003 cincuenta y dos scouts de Catania llegaron a la Plaza de Obradoiro, delante de la catedral de Santiago. Su guía era padre Gaetano Zito, el joven cura siciliano que desde el pueblo de Cebreiro había recorrido junto a ellos, andando y parando unas cuantas veces, el último trozo del Camino Francés. Como siempre suele pasar, cada cual se había enfrentado al largo y penoso viaje con motivaciones y ánimo diferentes. Sin embargo, alcanzada la meta, todo el mundo compartió la misma alegría porque el Camino de Santiago es una gran experiencia de verdad. Son muchos los sicilianos, y no todos son jóvenes, que hasta hoy, al principio del Tercer Milenio, sienten la necesidad de alejarse de los ritmos frenéticos y del bienestar superfluo de la vida cotidiana para ponerse en camino hacia el sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor, en la lejana Galicia española. Se perpetúa de esta forma el vínculo entre Sicilia y Santiago de Compostela, iniciado en el siglo XII, como documenta el Liber Sancti Jacobi, el texto más antiguo de la peregrinación compostelana. El culto al santo se difundió en Sicilia después de la conquista normanda, como evidencian las iglesias dedicadas a Santiago en los siglos XII y XIII, situadas en Agrigento, Partinico, S. Filadelfo Marina (la actual Acquedolci), Mesina, Licata, Comiso, Capizzi y Castronovo di Sicilia. Otras iglesias de Santiago están documentadas a principios del siglo XIV en Palermo, Caccamo, Enna, Piazza Armerina, Siracusa, Ferla, Ragusa, Gela, Caltagirone, Vizzini, Mineo y Augusta. A muchas de estas iglesias se las proveía de hospitalia, estructuras necesarias para la acogida de los peregrinos, de los cuales Santiago siempre ha sido el protector. Los hospitalia espaciaban a lo largo de los principales caminos medievales unos 30 kilómetros el uno del otro, es decir a una distancia que se podía recorrer en un día de camino. En estos lugares de acogida los peregrinos paraban al final de cada jornada para comer, recibir curas, pernoctar y conseguir información antes de ponerse otra vez en marcha al amanecer.

En la Edad Media, los principales caminos sicilianas transitadas por los peregrinos fueron llamadas vie Francigene. En Italia del Norte se utilizaba esta denominación para indicar la red viaria que llevaba a los peregrinos de los Alpes a Roma, y desde aquí a los puertos de Apulia para embarcarse hacia Tierra Santa. La misma vía Francigena, recorrida en sentido contrario, permitía que el peregrino se beneficiase de la asistencia hospitalaria de esta importante carretera para llegar a Santiago de Compostela. Roma, Jerusalén y Santiago fueron las tres grandes metas de la peregrinación medieval, que involucró a una multitud de gente procedente de todos los rincones de Europa. Y la misma Europa, según Goethe, se desarrolló sobre el camino hacía Santiago.

En Sicilia la vía Francigena está documentada en el territorio de Mazara del Vallo y su recorrido llevaba hasta Sciacca y Agrigento. Aquí la carretera se dividía en dos direcciones diferentes. Una continuaba a lo largo de la costa meridional y llegaba a la Piana di Gela, la cual estaba conectada, a través de la vía Francigena de la comarca de Favara di Caltagirone, con la Llanura di Catania. Desde aquí el itinerario continuaba hacia Mesina. El otro recorrido, que iba desde Agrigento hacia el Norte, era la "magna via", que cruzaba el territorio de Cammarata y llegaba al de Castronovo di Sicilia. Esta importante área de tránsito era conocida en la Edad Media como la "magna via francigena Castrinovi", que se dirigía hacia el Nordeste y enlazaba con las dos grandes arterias viarias que llevaban a Mesina, una por las montañas y otra por el mar. Esta última carretera se desarrollaba a lo largo de la costa septentrional de la isla y era conocida como "via Francigena" en la Piana di Milazzo, desde donde avanzaba hacia el puerto de Mesina. La ciudad peloritana era el punto de convergencia y repartición de los que se dirigían hacia Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela. A las orillas del Estrecho, en efecto, llegaban peregrinos de toda Europa, a los que se unían los procedentes de cada rincón de Sicilia.

Peregrinos sicilianos en Santiago. Entre los peregrinos sicilianos recordamos a la mesinesa Calofina de Apothecis, que en Octubre de 1253 había realizado ya un viaje a Tierra Santa y estaba a punto de partir para Santiago. Se tienen noticias de otra peregrinación siciliana hacia Santiago por un manuscrito fechado probablemente alrededor de 1334, en el cual se habla de una mujer que se había puesto en camino desde Sicilia hacia Santiago para implorar por la salvación del alma de su único hijo. Los nombres de algunos sicilianos que se dirigían a Santiago, entre 1399 y 1420, se encuentran en los libros de contabilidad de la Opera di S. Iacopo de Pistoia, en los cuales están registradas las limosnas dadas a los peregrinos en tránsito: "Piero de Palermo con due compagni [con dos compañeros]" en 1399, "Andrea di Cicilia" en 1401, "Giovanni di Cicilia" en 1403, el ragusano "frate Paulo di Iohanni da Raugia" en 1420 y, finalmente, "frate Francesco da Raugia" en 1440. Otra peregrinación a Santiago realizada por el mesinés Filippo Viperano, funcionario del Reino de Sicilia, está fechada en 1414. La peligrosidad del largo viaje, con frecuencia, inducía al devoto a hacerse reemplazar por un peregrino vicario, que se ponía en camino a cambio de una remuneración. En el testamento otorgado en 1402 en Giuliana, en la zona de Palermo, Leonor de Aragón, hija de Juan, duque de Randazzo y cuarto hijo del rey de Sicilia Federico III, dispuso que tres personas fueran enviadas "ad Sanctum Iacobum de Galicia" para la salvación de su alma. En Termini Imerese el rico Giacomo de Aricio, en su testamento de 1436, entre las otras disposiciones, obligaba a las dos hijas, sus herederas universales, a pagar a un peregrino para que fuera a Santiago en su lugar y le liberara así de un voto que no había cumplido por negligencia. En el siglo XVII en Sicilia todavía seguía viva la costumbre de ponerse en camino hacia Santiago de Compostela. Sin embargo, a menudo alguien renunciaba, como Girolamo Aglialoro, de veintisiete años, quien después de salir de Palermo en 1692 "para ir, si Dios quiere, a Santiago en Galicia", durante el camino conoció a una mujer, se casó con ella y se estableció en Catania.

Caballeros de Santiago. Para la construcción y la administración de los hospitalia para los peregrinos, llegaron a Sicilia órdenes de caballería como la de los Templarios, de los Teutónicos y de los Hospitalarios, mejor conocidos como los Caballeros de Malta. Al principio del siglo XIV los Caballeros de Santiago San Giacomo d’Altopascio - orden fundada en Toscana en la segunda mitad del siglo XI - se hallaban en Enna, Vizzini y Mineo, donde se habían edificado algunas estructuras asistenciales bajo el nombre de Santiago de Altopassu, con una evidente referencia al conocido hospitale toscano que por entonces pertenecía a la diocésis de Lucca. Desde ahí, en 1373 fueron enviados a Naro, en la diócesis de Agrigento, tres visitadores para coordinar las actividades de sus hospitalia repartidos por en el territorio siciliano. El hospitale de Naro, de patronato real, fue encomendado a los Caballeros de Santiago d’Altopascio, muy probablemente por su experiencia en el mantenimiento y en la defensa de los caminos recorridos por los peregrinos, los cuales cada día estaban más expuestos a las agresiones de los delincuentes. En 1459, año en el que se disolvió la Orden de los Caballeros de Altopascio, el hospitale de Naro fue elevado a Priorato y entregado a la Orden de San Agustín, aunque siguió conservendo el título de Santiago de Altopassu. En 1487 el hospitale de Naro alcanzó tal importancia que dependían de él los hospitalia de Licata, Nicosia, Enna, Piazza, Mineo, Lentini y, más tarde, también la estructura de Caltagirone. En 1558 el Priorato de Naro fue entregado a Giovanni Peres de Herrera, Caballero de Santiago della Espada, la otra Orden Militar dedicada al Santo Apóstol y fundada en España en 1170. El Prior de Naro y el Preceptor de Lentini, los dos Caballeros de Santiago della Espada, eran miembros del Brazo eclesiástico del Parlamento siciliano. Durante los siglos XVI y XVII hay testimonios de la presencia de una gran cantidad de Caballeros de Santiago de la Espada en Sicilia. El escudo de la prestigiosa Orden caballeresca, simbolizado por la concha y la espada jacopea [cruz de Santiago], se puede admirar todavía hoy en la fachada del hospital militar de los Españoles de Palermo, conocido con el título de Santiago de la Espada.

Metas jacobeas en Sicilia. Sin embargo, lentamente el ir y venir de los peregrinos se redujo a causa de los muchos peligros existentes a lo largo viaje. Se crearon, entonces, en Sicilia varios metas de peregrinación alternativos al viaje a Santiago de Compostela. Algunas reliquias del Santo, fueron traídas a la isla, y dieron origen a continuas peregrinaciones, incrementando la devoción jacobea y dando prestigio a las localidades que las guardaban. La reliquia más antigua, que consistía en una articulación del dedo del Santo, está documentada en 1431 en Capizzi, un pequeño centro de las montañas Nebrodi. Pero desde aquí, en 1435 la misma reliquia fue trasladada a la catedral de Mesina, desencadenando así la ira del pueblo, que hasta el día de hoy se manifiesta en la procesión del 26 de julio. Otra reliquia, que consistía en un fragmento de hueso del brazo del Santo, fue donada en 1457 a los habitantes de Caltagirone por el conciudadano monseñor Giovanni Burgio, obispo de Manfredonia en Puglia. La pequeña iglesia de Santiago en Módica, en la provincia de Ragusa, que se remonta al siglo XIV, todavía seguía siendo meta de peregrinación a finales del siglo XIX. También en Piazza Armerina, hasta hace aproximadamente treinta años, durante la noche del 25 de julio se iba en procesión penitencial a la iglesia del siglo XIV del Santo. Otra peregrinación se realizaba en la iglesia del siglo XV dedicada a Santiago, situada en el territorio de la actual Zafferana Etnea, en la vertiente oriental del Etna. Todavía en 1664 el Papa Alejandro VII concedió, para Mesina, indulgencia plenaria a todos los que visitaran la "ecclesiam confraternitatis S. Jacobi Apostoli messanensis" en el día dedicado al Santo.

Cofradías de Santiago. La peregrinación a los loca sancta jacobeos de Sicilia sustituyó lentamente al largo y peligroso camino a Santiago, respondiendo de esta forma a la necesidad del devoto de someterse a actividades penitenciales, entre las cuales recordamos también las que se practicaban en las domus disciplinae. Con este término se definían las iglesias de las cofradías de disciplinantes, es decir, de penitentes que expiaban sus pecados azotándose con la disciplina, o sea el flagelo, en memoria de la Pasión de Jesucristo. En Trápani la iglesia de Santiago de dissiplina ya era activa alrededor de 1420. La presencia de esta "confratria di disciplina" está documentada en 1459 junto a las otras cofradías jacobeas de Corleone, Collesano, Randazzo y Castiglione di Sicilia, las cuales pagaban los diezmos apostólicas a la Iglesia de Roma. En el siglo XVI se produjo un aumento de las cofradías de Santiago. De ellas hay testimonios en Castelvetrano, Álcamo, Licata, Mussomeli, Palermo, Ciminna, Sclafani Bagni, Geraci Siculo, S. Fratello, Randazzo, Paternò, Catania y Ragusa. En particular, hay que notar que en Randazzo, además de la cofradía masculina de Santiago, ya conocida en el siglo anterior, en 1594 está documentada también la femenina llamada precisamente "Sancti Jacobi di li fimini". Los obispos del Concilio de Trento (1545-1563) se pronunciaron detalladamente con respecto a las actividades de las cofradías exigiéndoles, además de la práctica de la penitencia, también y sobre todo la solidaridad para con los necesitados. Los cofrades asistían a los pobres, a los enfermos, a las viudas, a los huérfanos, a los expósitos, a los presos, a los condenados a muerte. Entre las obras de caridad recordamos también la administración de legados de matrimonio, que consistían en hijuelas que los benefactores dejaban a las cofradías para que éstas cada año proporcionasen la dote a una o más huérfanas necesitadas que contraían matrimonio. En el siglo XVII se registran en Palermo, Termini Imerese, Agrigento, Piazza Armerina, Camaro, Mesina, Acicatena e Catania nuevas cofradías jacobeas. En este siglo se aprecia una considerable actividad edilicia en iglesias dedicadas al Apóstol. En 1610 en Buscemi se empezó la restauración del monasterio de Santiago. Alrededor de 1621 en Ravanusa se fue edificada la iglesia madre dedicada al Santo Apóstol. En Termini Imerese en 1650 fue reestructurada la iglesia de Santiago y en la portada principal fue instalado el escudo con la concha y la cruz jacobea. Los mismos símbolos forman el escudo puesto en la fachada de la nueva iglesia de Santiago en Castiglione di Sicilia, cuya construcción se empezó en 1654. En 1666, en Sclafani Bagni, la cofradía de Santiago hizo realizar, para la iglesia dedicada al Apóstol, una portada en piedra y en la base de la pilastra izquierda se esculpió el escudo con la cruz jacobea. En Comitini en 1675 se construyó la iglesia madre dedicada al Apóstol que sigue siendo, hasta hoy, el patrono de esta localidad de la zona de Agrigento.

Santiago en la España del siglo XVII. Esta fuerte voluntad de mantener vivo el culto jacobeo en la Sicilia española era, probablemente, una compensación por los avatares que en aquel periodo dañaron la imagen del Apóstol en España. Aquí, de hecho, precisamente en el siglo XVII, el culto a Santiago se debilitó a causa de una polémica que dividió el país en dos facciones. Una dependía de la antigua nobleza española que quería tener el control sobre el proceder del rey y que reconocía en Santiago el símbolo de la grandeza hispánica generada por la fe y la eespada. La otra facción, la marrana, es decir la constituida por judíos y musulmanes conversos, era expresión de una aristocracia de reciente nombramiento regio y, por lo tanto, solidaria con el rey. Y precisamente en 1627 Teresa de Ávila, una judía conversa, fue proclamada también patrona de España por Urbano VIII, con la aprobación de Felipe IV, de tal forma se puso en tela de juicio el antiguo patronato del Apóstol sobre la Nación. Las protestas en contra del rey fueron muy duras y la escisión en el país llegó a tal punto que en 1630 el Papa tuvo que devolver a Santiago el patronato único de España. Algunos años después, Felipe IV, con una carta fechada a 30 de mayo de 1643, ordenó que en todos sus reinos se aceptara como patrona y protectora a la Virgen, a la cual - está escrito "Su Majestad recurre en sus necesidades para impetrar su ayuda" .

Santiago en la Sicilia del siglo XVII. En Sicilia, en Sclafani Bagni, en 1648 el capellán de la iglesia y cofradía de Santiago hizo realizar una tela en la que se representa al Apóstol que indica a la Virgen al cofrade agonizante, en cuya blanca túnica resalta la roja cruz jacobea. Sin embargo, el acercamiento del culto mariano al de Santiago, no se encuentra a menudo en Sicilia, más bien, en los centros jacobeos sicilianos, la devoción al Apóstol siguió siendo de fundamental importancia. En Collesano, el 29 de junio de 1643 la "gran Señora María de los Milagros" fue nombrada patrona de la ciudad pero, a pesar de esta oficialización, en 1645 todavía Santiago era considerado el patrono principal de Collesano. En Castiglione di Sicilia se desatendió la orden de Felipe IV de elegir a la Virgen como patrona y protectora de la ciudad, tanto que en 1711 el patronato estaba todavía en manos del santo Apóstol. En Caltagirone, en 1644 la Virgen de Conadomini fue proclamada patrona principal de la ciudad, en observancia a dicha orden real. Sin embargo, el culto más importante siguió siendo el de Santiago para quien, precisamente en el siglo XVII, se construyó una imponente caja de plata en cuyas paredes se hallan seis paneles que relatan historias de la tradición compostelana. También en Mesina en 1666, en honor al Apóstol los hermanos Juvarra realizaron unas andas de plata, en cuyos lados hay ocho paneles que documentan las más famosas historias de la cultura compostelana. Pero después de la revuelta antiespañola de Mesina de 1674, cada año y hasta hoy, durante la procesión del 25 de julio, se quita la estatua de Santiago de las andas y se sustituye por un relicario que contiene un cabello de la Virgen. Era una señal del cambio de los tiempos.

El declive del culto jacobeo. La Sicilia española, en efecto, estaba en decadencia y con ella también el culto del santo Patrono de todas las Españas. Tenemos noticias de la presencia de otras cofradías jacobeas, en los siglos XVIII y XIX, en Cammarata, Gratteri, Galati Mamertino y S. Pier Niceto. Sin embargo, ya en el siglo XVIII una crisis general había arrastrado consigo todo el movimiento de las cofradías, y en Sicilia fue determinante también el rigor policial que los Borbones ejercieron en cotra de las asociaciones laicas para prevenir cualquier actividad de conspiración. Hoy, en Sicilia, las cofradías dedicadas a Santiago son las de Gratteri, Geraci Siculo, Camaro, Castiglione di Sicilia, Paternò e Ragusa, a las que en 1995 se añadió la de Villarosa, mientras que otra está naciendo en Galati Mamertino. La iglesia madre de Villarosa y las de Ravanusa y Ferla están dedicadas a Santiago. El Santo es patrono de Caltagirone, Camaro, Capizzi, Comitini, Galati Mamertino, Geraci Siculo, Gratteri, Itala Marina y Villarosa. Por último es importante destacar que la Archidiócesis de Mesina ha obtenido de Juan Pablo II, mediante la Penitenciaria Apostólica, el privilegio de poder celebrar en la iglesia de Santa María de la Coronación en Camaro, antiguo caserío mesinés, el Año Santo Compostelano del 2004. Durante este año se concede la indulgencia plenaria a todos aquellos que recen en la capilla de Santiago, sede de la cofradía dedicada al Santo. Sicilia confirma de esta forma su vínculo con Santiago de Compostela surgido en el siglo XII y nunca interrumpido.